Como buena millennial, tengo una relación un poco sentimental con la radio. Recuerdo que la Sony CFM-315 en la cocina no paraba de sonar. Desde noticias hasta música ochentera, siempre fue parte del paisaje. Luego vino el mini componente con bandeja para varios CDs y doble casetera. Llenaba el living de sonido y de buenos momentos.

Con el tiempo, esos equipos fueron perdiendo su lugar. Se hicieron grandes, incómodos, y terminaron arrumbados o desaparecidos. La radio quedó relegada al auto, y después, con suerte, a alguna app en el celular.

Pero en mi familia hay una excepción: mi mamá. Ella sigue escuchando radios locales, colecciona cassettes y CDs como si fueran tesoros y tiene una conexión muy linda con la música. Jazz, música brasileña, algo de Enya… todo cabe en su pequeña colección. Después del terremoto se quedó con una radio de emergencia, que aún usa cada mañana.

Así que cuando llegó el Ruark R2 MK4, pensé en ella altiro. Le conté que ahora existen equipos modernos que no solo son fáciles de usar, sino que además suenan increíblemente bien. Lo instalamos juntas, y fue bacán verla tan feliz.

El R2 MK4 es otra cosa. Tiene un diseño excelente y elegante, que se ve muy bien en cualquier rincón de la casa. Su rejilla de madera le da un aire retro moderno que mi mamá adoró. Pero lo mejor es cómo suena. La calidad del sonido es potente, natural, y llena el espacio sin esfuerzo. Es como tener una pequeño sistema HI-FI, pero sin cables ni complicaciones.

Ahora, con solo apretar un botón, puede escuchar sus radios favoritas, armar playlists conmigo en Spotify, o simplemente dejar que suene su emisora local en digital con una claridad que jamás había tenido. Y como tiene Bluetooth 5.0, puede conectarse al teléfono fácilmente.

Además, tiene detalles pensados para el día a día: alarmas dobles, temporizador de apagado, pantalla a color con ajuste automático de brillo y hasta puerto USB-C para cargar el celular. Incluso puedo controlarlo desde la app Oktiv o con el control remoto.

¿Lo mejor? Que mi mamá, que le tenía un poco de miedo a lo digital, ahora anda feliz poniendo música desde el R2, ya sea en la cocina, el escritorio o su pieza. Le perdió el miedo, y la música con buena calidad volvió a ser parte de su rutina.

Este sistema es una bonita forma de conectar con la música y con quienes más queremos.

Vale cada peso.